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Bienvenida, Concepción Cantelar

Bienvenida, Concepción Cantelar

Dios existe, al menos para mí *

 

Han pasado tres inviernos y este verano ha derretido los glaciares que se habían instalado en este ¿esta? ¿acaso esto? Neutro, desgenerado (con perdón de la Real Academia) cosa, valga decir, algo por tanto, sin género, ni retórica, ni dialéctica, simplemente alma, alma helada.

 

He sufrido, sí, una especie de metamorfosis sensorial para pasar de sólido a líquido, un descongelamiento al más puro estilo siglo XXI, cambio climático incluido. Montones de hielo diluyéndose en esa estancia fría que llevaba a cuestas, de ínfimo peso, hay que celebrarlo, que sólo son 21 gramos y se enteran los demás cuando a nosotros lo único que nos pesa viene siendo la vida misma que se escapa.

 

Todo para terminar reconociendo que estos cinco sentidos que los afortunados, o desafortunados, según se mire, que de todo hay, no me bastan. Insisto, no me bastan estas marcas del bien nacido, estas formas extrañas, hay que admitir; quieren algo más feo que una nariz por muy griega que sea o una oreja, imagínensela fuera del rostro.

 

Así que lo siento por los chinos que son muchos y lo inventan casi todo. Pero yo me he inventado el sexto, séptimo y octavo sinsentidos y si me apuran llego al décimo como si fueran mandamientos de guardar.

 

Y es que como podría explicar sin ellos que he visto llover mariposas. Que son miles, millones desplegando enormes alas que rebanan el cielo limpiamente. Que se agrupan en abanicos multicolores y forman espirales como suaves remolinos de arco iris sumergidos. Que, de repente, los colores se entremezclan, se funden como en la paleta de un insigne maestro y gotean sobre todas las pálidas flores de la tierra. Y entonces las sabanas son mantos floridos y las nubes ovillos de algodón jaspeado.

 

Y que más puedo decir. Que yo he visto milagros y creo en los prodigios. Y digo que se me parecen a Dios que me gusta más que el diablo. Y no se trata de reivindicar a ninguno que a los dos les sobran atributos. Simple cuestión de preferencias.

 

Pero no se engañen. Esto no es para fulano ni mengano ni perencejo. He sido tan egoísta, tan endiosadamente egoísta que sólo he buscado respuestas para mí, para mí solita. Y claro… sólo para mí habrán de tener algún sentido. Porque esto de la fe es personal e intransferible como las acciones en bolsa o el mismísimo amor.

 

       CONCEPCIÓN CANTELAR-España

*La foto que antecede el texto de la autora fue tomada por su hijo.

Gracias a ambos

 

1 comentario

Lily Chavez -

Me hizo recordar el texto de una amiga, y también sonreí antes este texto tan bien llevado , felicitaciones a Concepción y me encantó eso de perencejo, nosotros no pasamos de fulano y mengano. Un abrazo.