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"Dos estaciones y media", libro de Liliana Chávez

"Dos estaciones y media", libro de Liliana Chávez

Me llegaron desde distintos lugares noticias de la presentación del libro de Lily Chávez "Dos estaciones y media", para los lectores de este sitio que no hayan podido estar en dicho acto transcribí una parte de la presentación,  no pedí autorización a la autora amiga, simplemente me dejé llevar por mis sentimientos con el deseo de que sea bien recibida mi intención.

Por ser Lily colaboradora de este sito junto a Raúl Astorga, me enorgullecen sus logros.

Desde el afecto

Betty Badaui

 

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El 15 de marzo del cte. Año, se efectuó la presentación de mi libro “Dos estaciones y media” La misma se realizó en la Asociación de Magistrados y Funcionarios del Poder Judicial de Córdoba, sito en calle Belgrano 224 de nuestra Ciudad de Córdoba, con palabras de la poeta Susana Cabuchi y de Jorge Paolantonio. Quiero compartir las palabras con las que Jorge hizo la presentación de este libro.

"La poesía es una manera de expresión como cualquier otra –decía Glauce Baldovín; "todas las maneras de expresión son buenas, como acariciarle el pelo a alguien, preparar el café con leche a la mañana, regar una planta, mirar el sol, caminar bajo la lluvia. No hay otros misterio" (citada por Livia Hidalgo)

Hemos anotado en la contratapa de este "Dos estaciones y media” –que hoy presentamos- que se trata de un texto que revela un itinerario en tiempo y espacio. Una travesía que, a pesar del trayecto, tiene una imagen omnipresente y es la de esa mujer 'confinada al recuadro de una ventana donde los pájaros pocas veces se dejan ver’.

He resaltado también que Liliana Chavez se deja habitar por revelaciones: sabe que ‘a veces la realidad es una verdad tardía’. Por ello, utilizando una historia familiar tocante –que ella se ocupa de re-significar- la poeta pone a su propia madre en ese ventanal y la suspende para susurrar la sentencia de Publio (el) Sirio: "quien pierde la fe no puede perder más". La paradoja es en qué medida esa madre y esa hija [los roles a veces se invierten y otras son simbióticas o indivisibles] luchan para no perder la fe. Hay un credo antiguo que a veces las ampara. Pero también hay un miedo atávico, un temblor jamás convidado que se cuela por las grietas de la duda o la incertidumbre.

Sucede entonces que la voz filial necesita desdoblarse entre visión palpable y sentimiento entrañable. Hay un deseo: ‘aletea, Madre, no te quedes entre las cenizas’. Este vocativo es reminiscente de aquel bellísimo pedido de Dylan Thomas a su propio padre: Do not go gentle into that good night / Rage, rage against the dying of the light// [= no entres dócilmente en la buena noche aquella / Lucha, Lucha contra la muerte / desaparición de la luz].

"Dos estaciones y media" –título puesto así, frente a nosotros, en el aire- alude literalmente a una medición. ¿Es una medición exacta? Diríamos que no. Ni siquiera llega a completar ese tres que dicta la cifra armónica perfecta. Pero justamente, Liliana necesita esta primera instancia - la nominal- para introducirse (e introducirnos) en un devenir tantálico. [Y si menciono a Tántalos no lo hago en el sentido Kantiano, sino en el de la impotencia del rey mítico cuya sed y hambre jamás podía saciar.] Es paradójico, por otro lado, que esas "dos estaciones y media" esté dividido en tres partes. Quizás sin intención confesa, la poeta "necesita" merodear la armonía. O al menos, deslizarla.

La primera sección no lleva un nombre identificable. Sin embargo, y basándonos en el hecho de que las dos partes restantes son "casas" –concretamente "la casa de la calle Elfein" y "la casa del boulevard"- se nos ocurre que este lugar innominado de la primera parte es justamente la antítesis de lo que Liliana nombra cuando dice "la casa". Más bien es un lugar sombrío. La idea de un lamento que no cesa y la reiteración de la palabra llanto termina de conformar ese hospital u hospicio donde contrastan el berrido de un recién nacido y esa mujer que seca unos pies que se mueren.

[Citamos:] "me pregunto madre / que te duele más/ si esa herida en tu costado izquierdo/ o esa oración que no llega / a oídos de Dios". Y es ese estado agónico en "la casa del dolor" el que se mide en dos estaciones y media. [Citamos:] "Han pasado dos estaciones y media / todo el frío y la sed/ todos los enjambres". Pero hay una luz que se enciende por primera vez: "Es hora de volver a casa (aunque el dolor insiste en alojar sus crías en el cuerpo)".

Abre la sección de "la calle Elfein" una cita de Petrarca: "el constante suspirar nada alivia". Esa idea de que de nada vale condolerse se tiñe de una nostalgia que no permite asir la frialdad que predica. [Citamos:] "extraña la mujer impresa en su memoria / la que ahora camina al borde de la lejanía // extraña el trabajo de las manos […] la brisa / en la ronda de la mirada". Liliana alcanza aquí una imaginería que vibra entre el realismo crudo y la poesía pura: "lo suyo es un monólogo: comienza y termina / en abismo/ como una palabra que atada al árbol de la muerte /sigue teniendo hijos". "Claudicar no es lo de ella" dirá poco más adelante para llevarnos hasta ese ‘aletea, Madre, no te quedes entre las cenizas’ que anoté al principio. Es en esta instancia, también, donde la impotencia acentúa una sensación que –agazapada- ha venido amenazando: "Ella que lo ha visto todo ha quedado afuera / Parece no estarle destinado resplandor alguno".

Esta separación del objeto amado parece señalar dos vías: el renacer del sufriente [ahora iluminado a través del padecimiento ] y la soledad de aquel que sostuvo [agotado y ya sin posibilidad de resplandecer]. No voy a entrar en disquisiciones filosóficas. Prefiero traer una anécdota de Rudyard Kipling. Visitando Japón, en 1889 –Kobe, para ser exactos- el inglés vio bajo la lluvia un cortejo fúnebre. "Pasó una procesión caminando pesadamente por el fango pastoso. Nadie lloraba. Alguien cantaba una canción a media voz, una canción quejumbrosa que sí había oído una vez, muy lejos, al norte de la India, de labios de un nativo que había sido desgarrado por un oso. No tenía esperanzas de salvación, y cantaba su propio canto fúnebre mientras lo transportaban. Al cortejo en Kobe fue añadiéndose gente, pero no hubo lágrimas ni aspavientos. Solo una canción que fue haciéndose colectiva y a media voz, respetuosa incluso con el terrible aguacero"

Y es en este punto donde 'la casa del Boulevard' recibe de nuevo a su dueña. "Ha sido largo el camino; hastiados los dedos que tocaron el dolor". "Ella ha cedido sus piernas; ya no pregunta por qué: tiene un Dios que le ha encendido los ojos". A la iluminación por el dolor es casi un lugar común. Pero aquí está expresado con una poesía potentísima que sacude con cada verso. Tomemos para finalizar estas cuatro líneas No hay conclusiones posibles. Acaso exista un árbol donde colgar los sueños // pero eso quizá sólo lo sepan los pájaros.

Como en el cortejo de Kobe, Liliana Chávez canta una antiquísima canción. Quizás solo musita una oración aprendida de su propia madre. La hija amantísima ofrenda las últimas y las más expresivas visiones de una resolana provinciana y claroscuros de tragedia.

El hospital, la casa de la calle Elfstein, la casona del boulevard: cada una ha cobijado la medida entre el padecimiento y la desesperanza, cada una ha sido testigo de un ser que pudo re-encender el credo de prevalecer con la palabra, entre el dejarse morir y el de luchar contra la desaparición de la luz.

De allí que en DOS ESTACIONES Y MEDIA sean tan altos el amor y la fe como la poesía que los atraviesa.

JORGE PAOLANTONIO

Marzo de 2013

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Fuente: http://lilianachavez.blogspot.com.ar

 

8 comentarios

Yoli Rotenberg -

Un libro es un compendio de esas palabras que se desgranan y mixturan hasta armonizar en poemas...
Te felicito Lily por concretar un sueño y dejar volar a tus poemas, compartirlos...
Un abrazo!

Doris -

Felicitaciones por tu libro, que tantos comentarios "desata" y, como dijo Eugenia Leiva, también gracias a quien lleva la página por permitir mi comentario. Felicitaciones

Eugenia Leiva -

Felicitaciones por este libro Lily que a palabras de Paolantonio debe ser hermoso, el es un gran poeta y sabe de lo que habla. Gracias a quien lleva esta página por la publicación.

Fernando Anglada -

Querida Lily, yo me lleno de tu poesía, de tu voz en la radio, te sigo siempre que puedo,me parece tan profunda tu voz poética (lamento que no se publicara algún poema del libro)que las palabras de Paolantonio no hacen más que resaltar tu potencia. Felicitaciones

Jorge Luis Estrella -

Estupendo texto de presentación. Gracias, Betty por publicarlo y gracias, Lily, por esa tu sensibilidad poética que llega tan hondo especialmente cuando nombra al dolor.

Blanca Basile -

Un profesional de la palabra analiza así un libro, es usted un profesional.
Tengo que abrir el blog de Liliana, ya hay indicios de la calidad expresiva por los versos dentro del comentario.
Linda foto, te auguro Liliana felicidad compartida con tu libro.
Un saludito.
Blanca

Lily chavez -

Obviamente no sabía nada de la sorpresa que me deparaba Betty, tan cariñosa y atenta siempre. Gracias Amalia por tu comentario. Un abrazo y estos mimos hacen muy bien.

Amalia López -

Te felicito Liliana por el libro, vi tu blog con poemas que conmueven, hermosas fotos está lleno de alegría como un paseo de jardín.
Todo mi cariño.
Amalia