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Relato: Raúl Astorga

Relato:  Raúl Astorga

 

Mañana lloverá fuerte

     Lo había dicho el día anterior, no porque lo presintiera sino porque el dolor de sus huesos lo sabía. “Mañana lloverá fuerte”, repetía de a ratos, mientras guardaba ropa en bolsos raídos y subía el televisor, la cafetera eléctrica que le había regalado su hija, y el viejo lavarropas a tambor oxidado por el tiempo más que por el agua enjabonada. “Mañana lloverá fuerte, y nos va a tapar a todos”, agregaba sin demasiado optimismo.

     Los vecinos que lo habían oído no le creyeron demasiado, porque la ciudad se había agrandado en los últimos veinte años, y ellos ya no se veían en la periferia. Sonreían cuando lo veían cargar sus trastos hacia el precario techo de esa casa bajita. “El clima cambió, pero puedo oler aún el aroma a lluvia fuerte que está por venir”, le había confiado a un hombre de su edad que no pudo convencer a la familia de que tomaran precauciones.

    

Por la noche, sintió que ya había levantado todo lo que le hacía falta para sobrevivir algunos días en el techo. Antes de irse a dormir recorrió el barrio y se lamentó de que sus vecinos no hubieran tomado ningún recaudo, sólo porque la televisión decía que haría buen tiempo, con sol radiante.

    Eran las cuatro cuando se desató el vendaval. En dos horas llovió lo que habitualmente en un año. Los gritos desesperados de algunos, el llanto de otros y las sirenas de los bomberos y de las unidades de defensa civil taparon los últimos estertores.

    Sentado en su techo, solo, miró alrededor y comenzó a tirar sus cosas en el agua que le rodeaba. La frase que había repetido hasta el cansancio: “Mañana lloverá fuerte”, le pareció lo más inútil que había dicho en su vida. Y de nada valía, esa tarde, darle la razón a la televisión, cuando vio el cielo limpio y un sol que descendía con lentitud hacia el poniente.

Raúl Astorga

Este texto pertenece al c.d. “Diez cuentos acerca de mi ciudad”, 2008.

 

 

4 comentarios

Rosita Fasolís -

Un texto propio de tu compromiso con lo cotidiano, que se nos hace costumbre pero que vos convertís en un bravo golpe de palabras para que el alma no se nos llene de moho. Así se hace!. Ro.

Analía Pascaner -

Querido Raúl:
Un gusto leer tu relato. Coincido con Liliana, el último párrafo me conmovió, siempre creo que la solidaridad aparece en el dolor y la desesperación.
Cariños
Analía

raúl astorga -

Gracias Lily. Gracias Betty por publicarme. En este blog también me siento como en casa.

Lily Chavez -

Excelente Raúl,mirá, leí más de una vez el último párrafo, me dijo tanto, me emocioné....Un abrazo.