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José Manuel Oliveros

José Manuel Oliveros

I

Certeza del instante, de estar vivos

bajo el cielo que nos toca, en la noche

distinta, en la misma y única distancia

donde somos y no somos siempre.

No muy lejos de nosotros, aquí, cerca

de la piel que nos separa o nos une,

podemos saber que solo habitamos

cuando pisamos las sombras de los otros.

Certeza también del silencio, de esa voz

mezclada que es la voz final de todos.

II

Vuelvo

donde los ecos marcaron

los límites del mundo,

al sur silencioso y entregado

al hábito del amor desnudo,

Vuelvo

a esa tierra que solo recibe lo humano,

a ese ámbito de los delirios más puros,

a un lugar misterioso y callado

lleno de sombras de las que huyo.

Vuelvo

a esa geografía de lo inexacto,

de imperfectos muros,

de cielo azul y abstracto,

a la vera del tallo inmaduro.

Vuelvo

a ese universo gastado

por el ser que espera un sueño

como un hombre acorralado

por un delirio y un fuego.

III

Más que una carne que ama

y se oxida,

un espacio desbordado,

un área habitada, viva,

un vacio profundo cuando termina .

Más que una voz que diga

y desdiga,

un silencio acumulado,

una palabra callada, convertida,

un pensamiento mudo cuando termina.

Más que un hombre que siente

y agoniza,

un ser elaborado,

una quimera enraizada, vivida,

restos de memoria cuando termina.

Mas que yo, tú,

o la vida ,

un Dios imposible,

una búsqueda avanzada, prohibida,

aire, aire de nevada, cuando termina.

IV

Hombre, detente en esa línea

un rato, el tiempo suficiente.

Detente en la frontera

del último deseo, del último latido

donde estés a solas con tu alma.

Detente en los límites ciertos

del silencio y las palabras,

antes del mundo, antes del aire,

justo allí donde más se ama.

JOSÉ MANUEL OLIVEROS

   ESPAÑA



 

1 comentario

Lily Chavez -

José: me en-can-ta-ron tus poemas, para hacer más de una lectura. Fantástico, gracias Betty por la publicación.