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Lía Karavia

Lía Karavia

Viajes en la carreta de Tespis- Lia Karavia,ed. bilateral 2014

Capítulo 74

Instituto de Actuación IAM y Fundación María Tsakos, Montevideo

El Instituto Cervantes español organiza en Atenas congresos anuales de los países de habla hispana, con oradores de todo el mundo. En 2012, se exhibieron, en su gran sala de conferencias, algunas películas de España y de América del Sur y, en la misma Avenida Syngrou, en la mansión de armador Tsakos, propietario de TEN Ltd, hubo una serie de charlas. Una de los participantes en ellas fue Margarita Larriera, directora de la Fundación María Tsakos de Montevideo, donde se enseña la lengua griega y las danzas y canciones corales tradicionales griegas. Mi hijo vive en Montevideo con su mujer, Silvia, que estudió griego en Salónica y lo enseña en la Fundación. Me pidieron tener un encuentro con Margarita. La conocí a su llegada, dos días antes del Congreso, cuando se alojaba en el Hotel Intercontinental, antes de ir a la casa donde se alojaban los invitados, que estaba muy cerca de la sede de la Fundación Tsakos. Hablaba griego con fluidez. La llevé a pasar un rato a mi casa y, al día siguiente, la trasladé al "albergue" de invitados con su maleta y un gran instrumento musical, un buzuki, que un griego nostálgico que vivía en Uruguay le había pedido que le llevara. Margarita estaba convencida de que mi reunión con otra uruguaya, su amiga Marisa Bentancur, resultaría inolvidable para los dos. Marisa es una gran actriz y ha fundado la única escuela de actores que funcionaba en el país, el Instituto de Actuación de Montevideo, el IAM, ya que la Universidad de Montevideo únicamente ofrece estudios en teatrología. Marisa dirige algunas obras en el su teatro IAM. Sabía por Silvia y Stelios, que habían visto allí la Orestiada de Esquilo, representada por estudiantes de 3er año, que la actuación había sido del "nivel Koun", una expresión que solo usamos para referirnos al mejor teatro, honrando así a nuestro gran maestro-director de teatro Karolos Koun (1908-1987).

Marisa se convirtió en una especie de hermana pequeña. Hablamos en español. Para ella es su lengua materna, en la que actúa y en la que escribe libros sobre cómo actuar. Para mí el español es el lenguaje de mi corazón. En su libro, que me regaló, ha escrito que para un actor es más difícil oír a sus colegas actores que recitar su papel. Eso es exactamente lo que yo siempre había estado diciendo a los jóvenes de mi Taller de Teatro. "Escuchad antes de hablar. Haced pasar a través de vuestro cuerpo la reacción a lo que estáis oyendo ". Le regalé los pocos libros míos que han sido traducidos al español: Poemas, las obras de teatro Refugiada y Mi difunto esposo, e incluso una obra en inglés, Esperanto Inn, que contiene la canción de cuna en español del uruguayo Daniel Viglietti Duerme, negrito duerme, que "Rosa" canta durante la representación. "Mi Rosa sabe inglés", sonrió. Rosa es su compañera en el teatro y en la vida. Con toda sencillez me dijo que tenían una habitación libre en su casa, cerca del Instituto y del teatro, y que estaría a mi disposición cuando fuera a Montevideo. Yo ya había sido invitada a dar una conferencia en la Fundación María Tsakos, en octubre de 2012, antes del final de su año escolar y de las vacaciones de verano, con motivo del 90 aniversario de la expulsión de los griegos de Asia Menor, como lo fueron mi madre de Esmirna y mi padre de la costa del Mar Negro. Mi discurso en español sería "Una procedencia de patrias perdidas".

En el Cervantes 2012 de Atenas, vimos la película de Guillermo Casanova "El viaje hacia el mar". Fue mi primera visión del interior de Uruguay. Campesinos que nunca habían visto el mar cruzaban el país en el camión de un conductor profesional. Se detienen frente a un gran anuncio con una hermosa chica para admirar su belleza y se pelean como niños, pero se quedan atónitos, sin palabras, cuando llegan al mar. "¡Cuánta agua!" murmura uno. El escritor, que no es uno de aquellos campesinos, ha sido introducido a escondidas en el camión. Cuando el conductor se da cuenta le hace bajar del camión y lo deja tirado en medio del campo, aunque luego retrocede a recogerlo. Más adelante el escritor le pregunta a uno de los campesinos qué le puede decir sobre el mar. ¿Cómo puede un hombre sencillo encontrar palabras para describirlo? Duda. "De todos modos, no es la tierra", dice finalmente. Nadie más que el conductor del camión, que sabe nadar, se atreve a chapotear en el agua o incluso a tocarla. Mis días en este Congreso se quedaron en mi memoria como un viaje hacia "el otro".

En octubre empecé mi viaje a Montevideo. Cuatro horas de vuelo Atenas - Madrid; siete horas de espera para mi vuelo a Montevideo; un tiempo de espera agradable entre sudamericanos extrovertidos. Yo aún no tenía sueño. Di y recibí información sobre el destino final de cada uno y el porqué del viaje. Mi segundo vuelo fue de trece horas, pero dormí la mayor parte del tiempo. En el aeropuerto, Stelios me estaba esperando. Él ya sabía dónde estaba la casa de Marisa y me llevó allí. Las dos amigas me estaban esperando. Después de la alegría del reencuentro, dejé allí mi pequeña bolsa de viaje y me llevaron a su casa.

En los fines de semana, Silvia estaba libre de su trabajo y podíamos viajar; una vez hacia el oeste, hasta la frontera entre Uruguay y Argentina, a Colonia, una ciudad pintoresca muy turística; otra vez hasta la Punta del Este, parando para ver sitios interesantes; y una tercera vez hacia el interior. De lunes a viernes Stelios y yo dábamos vueltas por la capital: la ciudad antigua, las plazas, sus museos y monumentos. Él había escrito sobre todo ello mientras lo iba descubriendo durante sus primeros años allí:

Aparte de su trabajo para el Estado, Silvia enseña griego en la Fundación Tsakos. Ella comenzó a estudiar en su ciudad natal, en Tsakos, y luego continuó estudiando en Tesalónica, lo que explica sus expresiones características de aquella región (uso del acusativo en vez del genitivo, etc.). La primera vez que la conocí en Nueva Esmirna, me hubiera sentido feliz de poder hablar español con ella, pero ella prefirió usar el griego. Teniendo en cuenta que estábamos en Grecia, su deseo prevaleció. Para ayudar a sus estudiantes a alcanzar cierta fluidez con el idioma, Silvia ha asumido la responsabilidad de la puesta en escena, con ellos, de algunas obras de teatro cortas en griego. Me enviaron un video de "La Cenicienta", una actuación de unos pocos minutos, y este año de "La manzana de la discordia" de nuestra mitología griega, con los estudiantes-actores vestidos con batas blancas, como clámides… ¡en el lejano Uruguay!

La Fundación, creada en los años 70, se trasladó en 1985 a la plaza de los Treinta y Tres, al histórico edificio que fue Parlamento durante la dominación española, junto con el Consulado de Chipre, cuyo presidente honorario era el Capitán Panagiotis Tsakos. Los Treinta y Tres Orientales fue una organización revolucionaria de Uruguay, que luchó contra el Imperio del Brasil, y para el establecimiento de su independencia en 1825. En el momento de mi conferencia la Fundación se había ya trasladado al Bulevar Artigas.

Unos días más tarde, el 28 de octubre, un día de fiesta nacional para los griegos, fuimos a la celebración de la comunidad griega. En nuestra mesa, con Beatriz, amante de Grecia y de la lengua griega, hablamos sólo en griego. Nuestro himno nacional fue distribuido a todos los presentes, en dos columnas: una en nuestro alfabeto, el otro en caracteres latinos para los griegos de segunda y tercera generación, que leen griego con dificultades. Pero el entusiasmo fue general.

La casa de Marisa Bentancur y Rosa Simonelli fue como el cuerno de la abundancia para mí. Cada vez que mencionaba un pintor que me gustaba, colocaban frente a mí un gran volumen de sus obras. Como todo era, por supuesto, en español, aprendí muchas palabras. No me resultó difícil porque el vocabulario del arte pasa de un idioma a otro con palabras casi idénticas, pero fue la primera vez que las vi con la ortografía española. ¿Qué era eso de "cénit"? Por suerte, también había la palabra nadir en la misma frase, de manera que entendí rápidamente que significaba lo que yo hubiese escrito como "zenith". Me hicieron un precioso regalo, un libro sobre la pintora mexicana Frida Kahlo (1907-1954).

Su Instituto de Actuación fue también un cuerno de la abundancia para mí. Me invitaron a las clases de primero y segundo año, y seguí los ensayos de los estudiantes de tercer año, que representan la Antígona de Sófocles, y la Medea de Eurípides, obras que el grupo llevó a París en el verano de 2013, a "nivel de Koun" tal como mis hijos me habían dicho.

Marisa y Rosa me prometieron que vendrían a mi casa: la casa donde nací, construida por mi padre en 1932, que sigue en pie con orgullo entre los grandes edificios de apartamentos; y yo les prometí que iba a regresar a su acogedor hogar. ¿Se materializarán las promesas? Me reservo el derecho a soñar.

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Lía, querida amiga, este artículo sobre algunas de tus últimas actividades me encantó leerlo.

Lo coloco para que los lectores del sitio te conozcan desde otras facetas.

Y leyendo el final, ojalá se dé, también me reservo el derecho a soñar y que después nos cuentes tus experiencias.

Gracias, Lía, por compartir, por haber aceptado siempre mis invitaciones y por tus aportes al arte y a la cultura, aunque me cuesta separar un término del otro.

Desde Rosario-Argentina hasta tu querida Grecia va un largo abrazo.

Betty Badaui

2 comentarios

Belinda Cardarel -

Quién pudiera hacer ese recorrido, la felicito, Lía Karavia.
Un cordialísimo saludo

Lily Chavez -

Gracias por compartir Betty. También me gustó.