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Narrativa, Analía Pascaner

Narrativa, Analía Pascaner

 

 

EL AMOR DE MI MAMÁ 



Por los niños que no superaron “la próxima vez”



-Te lo tengo que contar… Disculpá pero te lo tengo que contar…

Hay angustia en la voz masculina. Se interrumpe. Se escuchan murmullos del otro lado de la línea telefónica y de pronto la mujer oye esa voz suave, tierna, amada, esperada:

-Tía, te cuento algo pero no te pongas mal, si? Mamá me empujó por la escalera y…

-Ppero… ¡¿cómo?! ¡qué locura! Ay querido… Pero… ¡¿cómo pudo…?!

Necesita abrazarlo, protegerlo. Desea borrar los mil kilómetros que la separan de ese niño. Necesita envolverlo con su amor, por el niño, por ella misma. Su corazón se detiene en el dolor. Las palabras desaparecen. Una piedra se instala en su abdomen.

-Te… te lastimaste…? Te duele?

¿Cómo preguntar si se lastimó? ¿Acaso importa si siente o no dolor? La mujer se postra y suplica a Dios por alivio para el pequeño, para su alma atormentada y su cuerpito sufriente. ¿Qué señal necesita para cruzar la línea, para interceder, para proteger? Se promete que la próxima vez irá a la policía o al juzgado, o a ambos. Sí… será cuando suceda la próxima vez.

-Un juez de menores te escuchará. Viajo allá y te llevo al Juzgado para que cuentes lo que te ocurre -le explicó la tía dos semanas atrás, cuando comenzó este camino de horror y pidió al pequeño que fuera a vivir con ella. El niño mostró su dolorosa realidad: se siente responsable por sus hermanos menores, prefiere exponer su cuerpo y su alma antes que entregar a sus hermanitos al descontrol materno.

La mujer no tiene fundamentos para rescatarlo. Vive lejos. En su provincia todas las puertas se cierran, algunas ni siquiera se abren. Los menores deben vivir con su madre. No reciben su denuncia porque usted no vive con ellos.

A la mañana siguiente recibe otro llamado del padre adoptivo:

-Te lo tengo que contar… disculpá pero te lo tengo que contar… Hoy mi esposa obligó al nene a prometerle que no regresará de la escuela porque si vuelve a casa lo matará…

-Por favor… hacé algo por favor. No es tu hijo pero debés hacer algo. Si esto les pasara a tus propios hijos realizarías la denuncia y los sacarías de la casa. -Y repitiendo las palabras del día anterior: -Llevalo al hospital, hablá con algún vecino, con la maestra. Por favor reaccioná antes que sea tarde, vos vivís allí, tomá conciencia. Por favor hacé algo… te lo ruego por favor… Yo ya estoy viajando y voy directamente al Juzgado esperando puedas respaldar mi denuncia.

-Y… pero… no sé… es que… ¿sabés…? yo creo que no deberías meterte, yo sólo te cuento para que lo sepas…

Los pensamientos de la mujer se dispersan recordando situaciones referidas por la criatura. Deditos machucados por la puerta. Su ropa cortajeada con tijeras. La hebilla del cinturón estampada en sus brazos. Los padres golpeadores pegan donde no se ve, señora, en esa casa no pasa nada. Rehacer tarea escolar por encontrarla despedazada en la basura. Permanecer de pie en el patio “hasta que el frío te enseñe a respetarme”. Insultos, amenazas. Desprecio, indiferencia. Cargar culpas y miserias ajenas. Parece que hubieran pasado años en esas semanas. La infancia del chiquitín librada a la ira de su madre. Vivir con miedo. ¿Vivir…?

-Sí… voy directamente al Juzgado y también haré la denuncia en la Policía. No importa que esté sola en esto, rescataré a ese niño. El sonido del teléfono la sobresalta. Escucha unos segundos. El móvil cae. La mujer se derrumba. Su mundo se desmorona. Su alma se desgarra.

Los testigos coincidieron. El niño con guardapolvo blanco avanzó hacia la ruta provincial, caminando lenta y pesadamente, sin detenerse, ni siquiera parecía escuchar las advertencias de la gente.

Una joven levantó del suelo un cuaderno escolar y en la última hoja, escrito con roja prolijidad, leyó luego de letras infantiles: ¡Otra vez no has hecho la tarea! Mañana debes venir con tu madre a clase. La muchacha volvió sus ojos al fatídico título: “Dibujar” -y en la línea siguiente- “El amor de mi mamá”. La misma joven se estremeció cuando percibió una dulce sonrisa dando serenidad al rostro de ese angelito. Las autoridades consideraron irrelevante esta información.

                     ANALÍA PASCANER

                        Catamarca

Fuente: El blog de Analía Pascaner

¡GRACIAS, ANALÍA!

8 comentarios

Analía Pascaner -

Muchas gracias por tu lectura y tus conceptos, María. También me dio tristeza escribir el cuento, y siempre me sucedía al releerlo en la etapa de corrección.
Ojalá tan sólo una de mis palabras llegara al corazón de las personas con dolor.
Saludos cordiales
Analía

María Tressi -

Este cuento cobra realidad cuando vemos a niños maltratados por su propia madre, triste pero buena narración. Felicitaciones, Analía.
María

Analía Pascaner -

Queridas Blanca y Lily:
Muchas gracias por sus conceptos, por su lectura.
Gracias por recordar ese cuento, Liliana, me trajo alegrías y satisfacciones. El cuento se llama Un paseo cotidiano.
Les mando un saludito cordial junto a mis mejores deseos cada día
Analía

Lily Chavez -

Amiga querida, tan buena narradora que sos, tan sensible a la realidad , todavía recuerdo un cuento tuya de la chica que camina por la vía que tanto me tocó...(no me equivoco no?) te disfruto mucho cada vez que te leo y me adhiero a lo que dice Betty, recorrer tu voz es siempre magnífico, hay calidad, hay pasión, hay esfuerzo detrás. Merecido lugar entonces.

Blanca Basile -

Me conmovió este relato que despierta sentimientos.
Un cordial saludo, Analía.
Blanca

Analía Pascaner -

Gracias, mil gracias por tus conceptos acerca de mi trabajo, mis escritos y mi persona, querida Betty, sos muy generosa, GRACIAS.
Un abrazo retribuyendo tu afecto, es mutuo y así lo percibo.
Con cariño,
Analía

betty badaui -

Recorrer tu blog, Analía, es un placer que recomiendo porque hay una gran profesional detrás de tus textos. Éste cuento es una triste realidad que la vemos y a la vez tus enlaces de palabras le colocan pizquitas de ternura.
Gracias por permitirme publicarlo, mi afecto siempre.
Betty

Analía Pascaner -

Muchísimas gracias querida Betty. Gracias por brindarme un espacio. Gracias por tu tiempo y lectura al recorrer mi blog personal. Gracias por tu generosidad. GRACIAS
Un abrazo, mis deseos de días bendecidos
Analía