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Relato: Raúl Astorga

Relato: Raúl Astorga

ESOS TIPOS Y YO

A mí me gusta caminar por mi ciudad, mirando para todos lados, buscando, con ojos curiosos, gente, historias, vidas que me permiten vivir a mí también. Por eso, porque miro hacia todos lados, no me explico cómo no noté que me seguían en ese auto gigante verde oliva, rayado, sucio, como si la suciedad fuera un camuflaje que me impidiera percibir su presencia. Esperaron a que doblara por una de las cortadas de los hoteles por hora que hay en las inmediaciones de la Terminal de Ómnibus. Tomé por allí para cortar camino y aparecer al toque en el Patio de la Madera, para cruzar en diagonal por el césped, pasar frente a la obra enchapada de Pérez Celis que da aires de popa apresurada a esa nave imaginaria del conjunto del predio, pasar frente al Carlos Gardel que, con su mano en el bolsillo pareciera decirte: quevachaché. Sin embargo, no pude cruzar Santa Fe cuando me abordaron. El auto había quedado protegido por las sombras de la arboleda de Crespo y ellos se vinieron hacia mí antes de que escapara por la vereda de enfrente. Uno de ellos tenía un sobretodo negro, una bufanda negra cubriendo su cuello y una gorra de corderoy, también negra. El otro vestía exactamente igual, de negro. El más alto, con aires de Bogart diciendo "éste es el comienzo de una bella amistad", me dijo que necesitaban hablar conmigo, que lo sabían todo, que cruzara y me sentara en uno de los bancos y esperara allí como si fuéramos grandes amigos que se reúnen a charlar de cosas íntimas, que no intentara huir porque me estaban apuntando a la cabeza y las consecuencias serían terribles. En realidad, vamos a ser claros, no me gusta que me presionen, reacciono de manera inversamente proporcional a lo que se espera y, bajo presión, soy implacable; sin embargo, esta vez, presentía que había que escucharlos. Se acercaron, el Bogart sacó un habano y lo encendió con absoluta tranquilidad, dio una pitada y exhaló un humo bautismal antes de repetir que sí, efectivamente, lo sabían todo: queremos que te dejés de joder con algunos palos, con algunos ídolos que tenés por ahí, sabemos lo que escribís, la música que escuchás, y te puede ir muy mal si seguís haciéndote el escritor cuando no tenés un solo libro publicado. Sonreí, a modo de resistencia, para que no estuvieran tan seguros de lo que suponían. Tratando de no transpirar, aunque hacía frío, les dije: escribo porque se me canta, es algo que nadie me puede impedir, y quien no quiera leer, que no lea, no obligo a nadie. Vos te creés muy vivo, no sabés que hace años que existimos y que formamos parte del Escuadrón Paraliterario, y que regimos los intereses de la más alta literatura, y debemos cuidar esos intereses, esa tradición. Un escritor de verdad debe andar con anteojos todo el tiempo y en cualquier lugar; no, como vos, que sólo te los ponés para leer. ¿Qué es eso de andar con remeras piqué de cualquier color? ¿Y el saco con polera negra, dónde está? ¿Qué es eso de levantar polvareda en un blog de ese endemoniado sistema llamado internet? Y, sobre todo, ¿qué es eso de elogiar a tipos como Cortázar, Soriano o Fontanarrosa, en desmedro de escritores de alta escuela como los que están retratados en el hall de nuestra sede y que responden a la más alta idiosincrasia europea donde, históricamente se ha creado la mejor literatura? ¿Ustedes están sanos muchachos, qué están fumando? me salió del alma. Te venimos siguiendo desde hace tiempo. Antes nos resultaba difícil, porque tu supuesto perfil bajo no nos permitía detectar tus intenciones, pero ahora lo sabemos todo. Me reí y moví la cabeza afirmativamente, como pidiendo que demuestren. ¿Cómo podés ser capaz de despreciar una tertulia de lectura un sábado por la tarde para ir a jugar al fútbol al Cruce Alberdi? ¿Saben tus compañeros del fútbol que has errado goles definitorios porque estabas pensando en el final de alguno de tus cuentuchos que nunca han ganado concurso alguno? ¿Saben quienes te leen que escuchás a Miguel Mateos en mp3 y que hacés ritmo con la mano sobre el escritorio cuando suena "Llamame si me necesitas"? ¿Sabe tu gente que escuchás a Joe Dassin en vinilo, sobre todo el tema "A toi", y que repetís con una jarra de café en la mano y melancolía en el alma: ¿cómo se pudo morir este tipo con esa voz? ¿Sabe tu mujer que, cuando ella se va, te ponés a ver videítos de Suzanne Vega robados de internet y que soñás con irte a Nueva York a verla cantar en vivo? ¿Saben todos tus, entre comillas, seguidores que estás sufriendo por tu Rosario Central y que te agarrás la cabeza, te tirás los pocos pelos que tenés, te revolcás en el sofá frente al televisor, ante el peligro de cada ataque rival? ¿Saben que, a veces, llorás leyendo la Carta abierta a la Patria, de Cortázar, que tenés colgada de una de las paredes de tu mini estudio, como le llamás? Los miré fijo a los ojos y les dije: ¿saben que me están rompiendo las pelotas? Cuidate, lo sabemos todo. El último informe nos habla de un encuentro con un bandido de antifaz. ¡El Cachi! se me escapó. ¿Quién es el Cachi? preguntó el Bogart. El otro, que no había abierto la boca en todo el tiempo que llevábamos juntos, dijo: un tarado que anda de noche disfrazado de zorro. Ojo con ése, dijo el Bogart. y le hizo una seña a su compañero para que lo siguiera. Ojo, podemos entrar en tu cabeza y controlarlo todo, y empezar a escribir, a ver cine y a escuchar música por vos. De pronto, Vivi me gritaba desde la otra punta del Patio de la Madera: Raúl, Raúl. Abrí los ojos, la luz del comedor me encandiló. En el tele, el logo del reproductor de DVD rebotaba en los costados de la pantalla. Vivi, desde el dormitorio, me reclamaba. Saqué el DVD de Serrat- Sabina, desenchufé todo y me fui a dormir

 

 

 

RAÚL ASTORGA

 

Rosario

Fuente:

http://ficcionesalsur.wordpress.com     

5 comentarios

Lily Chavez -

Impecable y tan tu estilo Raúl. A mí tus textos me traen también tu voz...por suerte, es una manera de recibir un plus. Felicitaciones

Atilio Ferloni -

Este relato invita a disfrutar la vida

María Inés Ramirez -

Texto bien narrado, Raúl.
Un cordial saludito
María Inés

Begoña Egüen -

Un texto impecable. Gracias, por haber compartido. Un saludo.

Amalia López -

Lindo,lindo, mostrar a Rosario, paladearla y relatar las vivencias.
Con todo cariño.
Amalia