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Alirio Quimbayo Durán

Alirio Quimbayo Durán

VIDENTE DE LEJANAS TIERRAS DE POETAS

 

"Le Poète se fait voyant par un long, inmense et raisonné

dèréglement de tous les sens" Arthur Rimbaud.

 

 

Desarmemos la palabra cuando la luz

nos acaricie con sus dedos rosados

entre los pliegues de las sábanas;

despojémosla de su falso pudor

de nombrar las cosas como si no existieran,

como si nunca hubiese sucedido un eclipse lunar.

Desvistámosla de los gestos fallidos

con los que la hipocresía suele ceñirse

de buenas maneras al llegar a la oficina

o se aposenta en el ceño fruncido del gerente del Banco

que desde el rascacielos contempla el paisaje de favelas

como si fueran gaviotas lejos del mar, extraviadas en el desierto.

Desnudemos nuestras palabras como los invidentes

desnudan a sus amantes guiados por las palpitaciones del deseo;

como ellas desnudan su alma al escuchar

a Andrea Bocelli tejiendo su canto.

Tú sabes que es necesario desarmar la palabra

para que su desnudez nos ilumine el camino;

así la muerte será abolida al erigir nuestros pactos.

Ataviemos el espíritu con mansedumbre,

depongamos arcos y flechas al escuchar el sermón del sacerdote

que desciende por los círculos de una cebolla

rebanada por las manos invisibles del Eterno

o cuando en la fila del ghetto el diálogo solidario

nos rodea como niños inocentes en sus juegos;

susurramos lo que pudo haber sido nuestra otra existencia.

Y se nos va poblando de tristeza los rostros

por aquellos que leen palabras vacías, nuestros nombres,

que habrán de ser borrados de la faz de La Tierra.

No se dan cuenta que ellos están borrando su propia historia,

con cadáveres sombras que habrán de ocultarle a sus hijos.

Retornemos al templo de penumbras donde el silencio

parpadea en las velas encendidas de la vida;

siempre a la espera de un abrazo de ola, de un beso en flor,

de una mirada de luna que algún náufrago de los días

nos trae en su barco corazón. Somos su playa, somos su destino;

como tú que desde siempre eres para mí aquella nación soñada.

Sólo los seres que aman viajan hacia su destino

sin más brújula que su corazón, sin más carta de navegación

que sus sueños, sin más viento que su voz interior.

Regresemos al silencio, templo de luz y sombras

donde las palabras aletean como las piernas ansiosas

de las vírgenes que en sus noches esperan una revelación;

allá, en el lugar de siempre, donde un profeta innombrable

se vuelve artista de la calle confundido entre la gente

llevando en su boca su verbo de brasas encendidas,

las palabras aún no pronunciadas por quien es mensajero

de la incertidumbre, vidente venido de lejanas tierras de poetas.

 

© Alirio Quimbayo Durán

Maestro y Poeta

Ibagué, Colombia.

Sábado 17 de agosto de 2013

Cartagena de Indias, Colombia.

 

 

 

 

 

 

 

4 comentarios

laura beatriz chiesa -

Alino: un muy buen poema, donde "el silencio parpadea en las velas encendidas de la vida". Excelente imagen de algo tan intangible, como el silencio. Felicitaciones, amigo.

Lily Chavez -

Muy bueno Alirio, me gustó muchísimo. Felicitaciones!

Amalia López -

Alirio, la sensibilidad y la fuerza para trasladar el pensamiento me atrajo, aplaudo este poema.
Con cariño
Amalia

betty badaui -

Conocí la literatura de Alirio por gentileza de Rosita Fasolís, Gracias Rosita, Gracias Alirio