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La mujer en la poesía

La mujer en la poesía

 


V I D A

MIS NERVIOS están locos, en las venas
la sangre hierve, líquido de fuego
salta a mis labios donde finge luego
la alegría de todas las verbenas.

Tengo deseos de reír; las penas
que de donar a voluntad no alego,
hoy conmigo no juegan y yo juego
con la tristeza azul de que están llenas.

El mundo late; toda su armonía
la siento tan vibrante que hago mía
cuando escancio en su trova de hechicera.

Es que abrí la ventana hace un momento
y en las alas finísimas del viento
me ha traído su sol la primavera.


S A B A D O

Me levanté temprano y anduve descalza
por los corredores: bajé a los jardines
y besé las plantas
Absorbí los vahos limpios de la tierra,
tirada en la grama;
me bañé en la fuente que verdes achiras
circundan. Más tarde, mojados de agua
peiné mis cabellos. Perfumé las manos
con zumo oloroso de diamelas. Garzas
quisquillosas, finas,
de mi falda hurtaron doradas migajas.
Luego puse traje de clarín más leve
que la misma gasa.
De un salto ligero llevé hasta el vestíbulo
mi sillón de paja.
Fijos en la verja mis ojos quedaron,
fijos en la verja.
El reloj me dijo: diez de la mañana.
Adentro un sonido de loza y cristales:
comedor en sombra; manos que aprestaban
manteles.
Afuera, sol como no he visto
sobre el mármol blanco de la escalinata.
Fijos en la verja siguieron mis ojos,
fijos. Te esperaba.

ALFONSINA STORNI

Argentina - 1892-1938

 

HEROICO

Empuña tu espada, sé mi caballero

en la lid mohosa de guerras perdidas,

mi quijote.

Refugie tu escudo a esta fiel cobarde,

quien prefiere huir de la contienda

contra otro camarada.

Dame tu mano, rige mi vera

cuando el laberinto se anule en espejos.

Aléjame de engañosas matas

con espinas.

Cubriré mis ojos, escoge el pasaje,

dirígeme afuera de este bosque.

Atribúyeme tu nombre,

horada un grafema en la red de alambre;

concédeme un punto en tu granero.

Seré tu imagen amada;

tú mi guía,

el acero defensivo,

vencedor de guerras,

la triunfal salida de mi laberinto.

   Carmiña Candido Daverio


LLOVIZNA

Austero es el silencio que trepa a los balcones,
la lengua de llovizna ya lame el edificio,
mis ojos son embudos que filtran el resquicio
de luz de una ventana que gime en reflexiones.

La triste geometría de un cuerpo hecho jirones,
transita los insomnios abiertos al suplicio,
su espalda en la encorvada miseria del desquicio
recibe el latigazo que nubla sus razones.

Raíces silenciosas me ataron a su vida.
Mi boca ya no quiere gritar que fue mi amada
tampoco que mi entraña se agoste por la herida.

La observo , fileteo su piel que en llamarada,
ayer trepó a mis bordes febril y enardecida.
Hoy lloro en la llovizna, que huele a madrugada

NOEMÍ MERLO

Rosario-Argentina

2 comentarios

deliteraturayalgomas -

Gracias Anahí, coincidimos, es un gusto leer este sitio que les pertenece a ustedes, los colaboradores.
También me uno a tus deseos de felicidad para los lectores y amigos.
Un abrazo´
Betty

ANAHI -

hola Betty
como siempre un gusto leer tu página,
FELICIDADES PARA TODOS LOS LECTORES Y AMIGOS