Bienvenido, Camilo Valverde
SIEMPRE LOS NIÑOS
Niños del terremoto revientan inconscientes,
saben de risas blancas, no de dolor y llanto;
gritos de los escombros, madres de desencanto
que desangran horrores y esperanzas pacientes;
y vendrán los cometas en corceles ardientes,
llenos de rabias rojas, blandiendo ayes de espanto
por la mujer que llora jirones de quebranto
en negra adversidad y usuras de pudientes.
¡Humanidad doliente, codicias de mezquinos!
Jerarcas y santones, por ganancias malsanas,
trafican con el mal, y venden la vileza.
¡Hados de mala suerte, dioses de agrios destinos!
Desastres naturales, ignominias humanas
se llevan a los niños y roban su nobleza.
HARTOS DE HAMBRE Pueblos hartos del hambre y sequedad alzan hoscos sus voces indigentes, censuran los repartos negligentes y el cúmulo feroz de propiedad. En su voz de rasgada soledad, reivindican ayudas indulgentes; necesitan acuerdos contundentes que traigan paz y libren de impiedad. Viven su diaria muerte en la zozobra del cielo que no llueve la cosecha y del niño que llora su quebranto. Vive el rico en placer lujos de sobra, amontona en los bancos sin sospecha y, de momento, goza mesa y manto. ANDO PERDIDO Sin ella, ya no sé vivir latente, mi propio yo en el tú se ha sustanciado, la siento junto a mí tan inmanente, que, sin su aliento, vago desquiciado. Sé que la agobio, a veces insistente, que egoísta le exijo demasiado, y que vive en la oferta deferente, mientras deja lo suyo descuidado. Hoy desdeñado y solo en la distancia, tras su pérdida, muero en mi extravío, contrito en el dolor de mi inconstancia. ¡Cuánto quise salir de mi vacío y pedirle perdón por mi arrogancia y, en abrazos, diluir su olvido frío¡ Camilo Valverde-Mudarra y Carrillo España -
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Rosa Lía -