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Narrativa: Alicia Cámpora

Narrativa: Alicia Cámpora

      ESTAMPAS DE UNA REALIDAD EN DOS TIEMPOS

   Correría el año 1990 cuando ocurría lo que quisiera contar.  Y para contarlo empezaría diciendo que por aquel entonces bastaba con detenerse en cualquier esquina de una ciudad cualquiera y observar con atención durante un tiempo breve. Me animaría a decir que sobrarían cinco minutos de mirada atenta para comprender.

   Las calles se veían colmadas de hombres y mujeres de todas las edades que iban y venían caminando apurados.

   Iban y venían abriéndose paso entre la multitud, sin importarles provocar un choque con el cuerpo de otro con tal de lograr su objetivo. Sin pedir disculpas, sin siquiera otorgar al otro una mirada de perdón.

   Iban y venían, rozaban sus cuerpos. No se hablaban, no sonreían, andaban como sonámbulos cada uno perdido en los laberintos de sus problemas, de sus ambiciones. Pisaban seguros, llevaban maletines, carteras, bolsas que portaban las últimas compras, libros, carpetas.

   Iban y venían, con la conciencia de ser únicos en el mundo, con o sin rumbo fijo, con o sin tiempo que los apremiara, con los ceños fruncidos y las bocas apretadas, las miradas ausentes.

   Iban y venían sin verse, sin mirarse, mucho menos con los de pies descalzos, manos extendidas y palabras pedigüeñas ignoradas, que caminaban entre ellos, sin apuro, sin rumbo, pero mostrando en sus ojos cómo empezaba a crecer la semilla del rencor.

   Y cuando corre el año 2003, deteniéndose escasos minutos con la mirada atenta en una esquina cualquiera de cualquier ciudad, se ven hechos parecidos, aunque con algunas diferencias, y es lo que quisiera contar.

   Las calles se ven colmadas de hombres y mujeres de todas las edades que van y vienen caminando apurados, con rumbo fijo, evitando rozar sus cuerpos. No se hablan, no sonríen, andan atentos mirándose entre sí, desconfiados, girando bruscamente sus cabezas para detectar de quién son los pasos que vienen detrás, o la sombra que se proyecta muy cerca de ellos.

   Van y vienen, cruzan las calles intentando evitar algunas cercanías, aseguran en sus manos las bolsas que portan las últimas compras, aseguran las carteras, aseguran los maletines. Temen a los posibles cuchillos, sevillanas, revólveres que podrían portar muchos de los pies descalzos de otras épocas. Temen a la muerte por la nada,  a la muerte que sirve sólo para confirmar la otra existencia, nada más que porque se hizo planta la semilla del rencor.

   Van y vienen. Pisan inseguros, miran desafiantes, intentando ocultar el temor. Van y vienen, asustados. Cada vez más asustados.

 

                  ALICIA CÁMPORA

                San Nicolás-Argentina

                     1953-2008

Fuente: DOMINÓ

Yaguarón ediciones, año 2004

3 comentarios

Marita Ragozza de Mandrini -

Dos crónicas, dos tiempos, dos situaciones. Una gran observadora es su autora.

Amalia Lòpez -

Hace años me inicié en la lectura de Alicia Cámpora gracias a Betty y públicamente lo agradezco, su obra tiene riqueza literaria y es disfrutable.
Lo digo con gran cariño
Amalí

Hugo Farias -

Me gustó el contenido, lo que la autora quiso reflejar, la postal que mostró.