Relato: Roberto F. Vince
PALOMAS DE LA TARDE
La tarde caía inevitablemente sobre la ciudad, sobre el banco del parque en
donde estaba sentado. Alguien se paró detrás de mí y apoyó sus dedos entre los lentes y mis ojos. Unos dedos de mujer. Comprendí que se trataba de alguien que hacía tiempo que no tenía noticias sobre mí. Que no sabía que me había quedado ciego. Ella inclinó su cuerpo hacia adelante, a un costado del mío, y su pelo rozó mi cuello.
Ya casi no puedo recordar en imágenes, mi memoria se ha vuelto rancia, áspera y torpe. La ceguera ha masticado y escupido las formas del
mundo que conservaba en mi cabeza y ahora todo se funde, se mezcla, se desgrana caprichosamente sin lógica ni orden. Con esfuerzo y sin certezas asigno rasgos, que mañana serán otros, a quienes aún me visitan y me abruman con charlas que las vivo como interminables, infinitas. Me pregunto como eran mis viejos muebles inútiles; si las paredes de mi casa serán de color rosa u ocres, o si los ojos de esa mujer, eran verdes, o tristes y grandes, o si algo de eso importa, o no, tal vez eran negros y profundos, ocultando terrores subterráneos, como la puerta en el suelo, de Irving.
-¿No te acordás más de mí?- me dijo
Y luego sentí su aliento en mi cara, frente a mis ojos muertos enfundados en el
oscuro sepulcro de carey. Ella habría clavado su mirada en mi rostro mutilado, libre al fin de toda expresión.
-Me parece que te equivocás de persona- respondí.
El silencio colgó de su boca como un suicida.
-Sí...creo que me confundí- dijo, apenas recompuesta.
-Sí, creo que sí.-dije-.
Y el espacio se llenó del aleteo de las palomas de la tarde.
ROBERTO F. VINCE
Rosario-Argentina
6 comentarios
Rosita Fasolís -
Marita Ragozza de Mandrini -
MARITA RAGOZZA
roberto -
raúl astorga -
nerina tomas -
un abrazo
Lily Chavez -